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Collage_.
Distintos habitares. Coyuntura social. Daños colaterales. Falsa ayuda al necesitado. Distintos habitares.
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20121217
Ensayo y reflexión. Espacio, tiempo y arquitectura
ESPACIO, TIEMPO Y
ARQUITECTURA
Domínguez
Navarro_Alejandro
Fundamentos del Habitar
REFLEXION
ESTRUCTURA GENERAL
El
libro “Espacio, tiempo y arquitectura”
de Sigfried Giedion, publicado por primera vez en el año 1939, posee una posterior
publicación en el que encontramos una ampliación, la cual data del año 1958.
Dicho libro se encuentra dividido en IX capítulos los que a su vez están
separados en varios sub apartados. La última publicación en la que se encuentra
incluida la ampliación consta de un total de 808 páginas.
Trata
de explicarnos el estado actual de su
época a partir de una suma de hechos
anteriores, a partir de un tramo de la Historia. Para ello comienza hablándonos
del Renacimiento, en concreto del Renacimiento italiano, llegando a expresar
las diferentes fases por las que la arquitectura y el arte pasa hasta finalmente
el año 1960.
Podría
usarse como una especie de resumen de cómo hemos llegado hasta nuestra
actualidad pasando por todas las etapas mencionadas. Comienza explicando la
arquitectura en tiempos de Roma, contando cómo esta se encuentra fuertemente
ligada a las evoluciones tecnológicas y a las de la sociedad. En un momento Giedion
ya forma parte de esta historia y nos cuenta, en primera persona y desde dentro,
sus sensaciones y opiniones.
Se
muestran los momentos más decisivos para la conformación de la Historia. La
descripción de estos momentos se realiza a partir de pocos ejemplos de cada
momento, pero cada uno de estos se encuentra bastante detallado.
El
libro está dividido en una serie de capítulos referentes cada uno de ellos a un
intervalo de tiempo determinado, y explicando en cada uno de ellos como se veía
la arquitectura en dicho periodo de tiempo.
En el
primer capítulo “La historia como parte
de la vida”, nos encontramos ante la vinculación de la historia para crear
un presente y a su vez un futuro, y la dualidad que existe entre el pensar y el
sentir. Además de una reducida importancia de los cambios de estilos. La
arquitectura no es únicamente una cuestión de estilo y de forma, posee vida
propia.
El
segundo capítulo, “Nuestra herencia
arquitectónica” importancia de la perspectiva y del urbanismo con la
formulación de nuevos elementos urbanos, para regular la Roma barroca. Por otro
lado aparece la pared ondulante y la planta flexible que se abre hacia el
exterior integrando en ella la naturaleza.
En el
capítulo tercero, “La evolución de las
nuevas posibilidades”, Giedion hace un recorrió en el tiempo explicando el
porqué y como se van cambiando los materiales en la construcción, explicando
las obras más representativas de cada cambio o introducción de una nueva
técnica. Todo esto lo hace para poder explicar la arquitectura del siglo XIX.
Comienza contándonos como se construye sobre 1750, para llegar a la
introducción del hierro como material de construcción. Va recorriendo estos
distintos cambios, la introducción de la columna de hierro, el comienzo de la
utilización total de la estructura metálica y la combinación del hierro con el cristal.
Durante todo este recorrido, lleno de cambios producido por la adaptación de
los métodos de construcción producidos por la necesidad de conseguir edificios
con mayores luces, hace un paréntesis y explica la existente lucha de
pensamientos entre la escuela de bellas artes y la escuela politécnica, con
respecto al considerar la técnica y el arte como compatibles.
En el
cuarto capítulo, “La exigencia de
moralidad en la arquitectura”, encontramos una reflexión del paso de la
arquitectura entre la última década del siglo XIX hasta llegar al año 1900,
realizándose de esta forma una introducción de la arquitectura contemporánea
europea, hasta llegar a la utilización del cemento armado y la influencia que
ha tenido sobre la arquitectura.
El
capítulo quinto, “La evolución
norteamericana”, comienza haciendo una especulación de la visión por parte
de Europa de la arquitectura norteamericana y la importancia de la estructura
industrial americana. En un segundo plano sigue hablando de la gran relevancia
que tiene la estructura tipo “balloon”
y de las superficies planas en las construcciones americanas. Finalmente se
realiza una explicación de la gran importancia que tiene la Escuela de Chicago
y termina con una reflexión sobre uno de los grandes componentes de esta, Frank
Lloyd Wright.
El capítulo
sexto, “El espacio-tiempo en el arte, la
arquitectura y la construcción”, Giedion comienza hablando de la pintura y
de su influencia posterior en la arquitectura. Menciona movimientos artísticos
como el cubismo, el futurismo o el neo-plasticismo. Hace hincapié en la
importancia de la perspectiva y los planos. Comenta también concepción que
tienen los futuristas del tiempo. Siguiendo este hilo, comienza a hablarnos de
la industrialización europea, centrándose más en la alemana, de la cuál
destacan figuras como Peter Behrens, Gropius, Mies o Le Corbusier, y
movimientos como el Deutscher Werkbund o el de las artes y el oficio. Enlazando
con esto, analiza más en profundidad a los arquitectos más destacados de esta
época como son Gropius, Le Corbusier, Mies y Alvar Aalto. Para concluir hace
una pequeña reflexión de la separación que existe en este periodo entre el
hombre y el lugar que habita, y de la ciudad, enlazando así con el siguiente
capítulo.
En el
séptimo capítulo, “El urbanismo en el
siglo XIX”, por lo tanto nos habla de los primeros tiempos del siglo XIX,
en los que se intenta que haya una relación entre la vivienda y la naturaleza
en las ciudades de Londres y París. Se centra en unas reurbanizaciones de la
ciudad para adaptarla a la época en la que se encuentra. En Londres se separa
lo residencial de lo comercial mientras que en París se llevan a cabo varias
zonas verdes y plazas arboladas. La calle se va a transformas en un elemento
predominante de la transformación, y en este capítulo destaca la intervención
de Haussmann.
En el
capítulo siguiente, “El urbanismo como
problema humano”, nombran una serie de ciudades ideales. Esas ciudades
deberían ser construidas de tal manera que protegieran a sus habitantes y al
mismo tiempo los hiciera felices. Hubo varios intentos como la ciudad jardín de
Howard, la ciudad industrial de Antonio Garnier, pero ambos intentos
fracasaron. Se habla de Ámsterdam y de su ensanche, que se desliga de la
tradición consiguiendo soluciones, a la vez que se habla del resurgimiento de
la urbanística. Como conclusión al leer este capítulo se entiende que debe
haber unos planos reguladores regidas por las necesidades de los ciudadanos.
En el
último capítulo, “Espacio-tiempo en el
urbanismo”, se expresa la actitud contemporánea en relación con la
urbanística, de cómo para crear una ciudad se tiene que tener en cuenta
diversos datos. También comenta como la concepción de la vida es un elemento
fundamental de la urbanística, expresando a su vez el futuro de la ciudad.
También trata los tipos de edificios en altura.
QUE NOS QUIERE DECIR EL AUTOR
En su
libro, Giedion plantea en una definición de la arquitectura, del arte y la
ciudad basándose para su descripción en el reflejo de las acciones humanas, en
diferentes ámbitos que influyen en su conformación, ya sea como movimiento,
estilo, etc. Siendo entonces la arquitectura la referencia de un tiempo, o una
época, según la condición y el estado del momento.
Para
Giedion en esa época el valor de la historia está mal considerado desde el
punto de vista arquitectónico, se adoptaban técnicas y formas de un pasado para
traerlas a un presente, dando como resultado obras sin sentido y sin ningún
carácter anecdótico.
El
autor dice que la realidad en cada momento influye en la arquitectura, el
urbanismo y las viviendas, por lo que cualquier acontecimiento imprevisible
puede hacer variar la situación, y todas estas fuerzas aisladas y divergentes
pueden en un momento fundirse en una solidez íntima, es entonces cuando nuestro
tiempo habrá dominado la realidad.
Otro
de los conceptos a destacar en lo referente a la intención del autor es como
varia la arquitectura y los materiales que se emplean para su construcción en
función de las necesidades que se van desarrollando a lo largo de los años, por
ejemplo el desarrollo de nuevos materiales consigue resolver la necesidad de
crear edificios con luces muy grandes y sin soportes interiores que rompan la
fluidez del espacio.
RELACION
DEL LIBRO CON EL HABITAR
Giedion
nos muestra el cambio que se produce en
cuanto al concepto del habitar a lo largo de la historia, comenzando en la
época del Renacimiento, hasta llegar a la industrialización de la vivienda y tomando
la ciudad como un lugar importante para el habitar. Teniendo en cuenta lo que
el concepto de habitar implicaba, se entiende que en un principio La Naturaleza
se encuentra totalmente desvinculada, mientras que a lo largo de la historia,
ambos términos han llegado a formar parte uno del otro.
En
épocas anteriores la importancia de la ciudad residía en aquellos grandes
edificios que los gobernantes o reyes erigían en su honor, para ser
consagrados, recordados o simplemente porque creían en ello. Esta forma de ver la metrópolis ha ido
cambiando a lo largo de la historia, convirtiéndose la ciudad en un conjunto, y
llegando a tener la misma importancia desde un parque a una plaza o incluso un
puente. En esta transformación la naturaleza juega un papel muy importante,
llegando a ser parte de la ciudad o incluso llegando a formar parte de un todo.
Este cambio trae consigo que se produzca posteriormente un cambio en el concepto
de habitar, pasando este de un muy lejano plano al más importante. Ya no gira
todo en torno a una iglesia o a un castillo, cada uno tiene su importancia. Así
la vivienda se convierte en nuestra época en un lugar pensado para el habitar.
A
partir de los años 600 y en adelante, el concepto del habitar tiene una
estrecha relación con el urbanismo de las ciudades, quedando en un segundo
plano la vivienda, la cual no encuentra una solución a todas las necesidades
que el ser humano precisa para poseer un estilo de vida adecuado. El concepto
espacio-tiempo se puede ya presentir en el nuevo trazado de la ciudad de
Ámsterdam, lo cual no se había encontrado en la conformación de ninguna otra
ciudad.
“Propongo
que me construya una casa en donde pueda vivir, esto antes que todo…mi casa
tiene que poseer una sola habitación grande y cuatro pequeñas; una se utilizará
como vestidor, otro para mis vestidos de seda, otra para guardar las vajillas y
otra para los paraguas y los chanclos” Soltera y su casa de una sola
habitación, De Gadner. El cliente que sabe lo que quiere es una de los mayores
adelantos que se producen en la arquitectura americana, haciendo de esta forma
que los arquitectos deban saber adaptarse a las necesidades de aquellos que van
a habitar las construcciones que diseñen. Esto es uno de los conceptos que la
arquitectura europea admiraba de la norteamericana, debido a que aún a finales
del siglo XIX en los países de Europa se pensaba más en la construcción del
diseño que en las necesidades del cliente.
Conforme
la industrialización se iba asentando en Europa, las viviendas se vieron
condicionadas por la producción en serie. Numerosos arquitectos se adhirieron a
este tipo de creaciones como es el caso de Walter Gropius o Le Corbusier. Sin
embargo arquitectos como Alvar Aalto rechazaron este modo de crear
arquitectura, centrándose en una arquitectura más vinculada a las necesidades
de la persona que la habite, siendo uno de los pocos que piensa de esta manera.
OPINIÓN
GENERAL
Giedion
trata de mostrarnos el origen y el desarrollo de la arquitectura de sus tiempos
a través de un análisis del pensamiento y la sensibilidad humana. Y para ello establece un vínculo entre todas
las artes. Esto es algo que hoy en día se ha perdido. Los jóvenes arquitectos
no nos relacionamos con los jóvenes pintores o escultores, no compartimos
nuestras inquietudes. Este puede ser un gran fallo de nuestra época.
La
arquitectura y el urbanismo van evolucionando según las necesidades y recursos
que se presentan en el tiempo, en el carácter privado y público (la
comunicación entre la residencia, la vida privada, el trabajo, las zonas de
ocio). Lo que más me llama la atención son las grandes obras, que en cierto
modo ha ido vinculada a movimientos sociales, al poder, a pensamientos e
ideologías… Las grandes obras que acaban destacando y sobresaliendo en nuestras
ciudades. Estas construcciones no se llevarían a cabo si no hay una necesidad
de uso, un público que necesite usarlas, un movimiento o corriente que quiera
marcar su poder, como por ejemplo el Vaticano al crear San Pedro con su gran
cúpula, destacando sobre la ciudad y teniendo un control visual sobre toda
Roma.
La
arquitectura es dependiente de un montón de factores que en teoría no deberían
ser importantes para hacer una obra.
Tal
vez el título de ‘ESPACIO, TIEMPO y
arquitectura’ se refiera a que la arquitectura es un reflejo de la sociedad del
momento.
Esta
apreciación de Giedion sobre la arquitectura es muy acertada, el proceso y
evolución que se ha dado a través de la historia ha estado delimitada y
definida por la condición del ser humano, ya sea por sus necesidades, como
inicialmente fue en la antigüedad, como monumento a la muerte y a las
monarquías, como reflejo a la grandeza de una civilización, y hasta como obra
de arte. También los aspectos que Giedion trata en su definición, demuestran la
responsabilidad que el arquitecto tiene con la sociedad y la influencia que
tiene sobre ella.
20121215
Curro González. La Vivienda Colectiva, Territorio de Excepción
PLUS, LA VIVIENDA
COLECTIVA, TERRITORIO DE EXCEPCIÓN
DRUOT, LACATON & VASSAL
DRUOT, LACATON & VASSAL
Manuel Francisco González Guerrero/Grupo C/Fundamentos del Habitar/
Profesores Antonio Herrero y Rafael Casado/ Curso 2012-2013/ ETSArquitecturaSevilla
RESUMEN DEL LIBRO.
Siguiendo la idea vertebradora del curso, enunciada bajo la máxima “Reciclar el habitar”, se procede a la lectura de este libro ampliamente recomendado por su conexión con el contenido del curso y la problemática actual en torno a las viviendas sociales y de bajo presupuesto. El libro nos ofrece una visión pedagógica del problema y trata de mostrarnos la forma de actuar empleada por este estudio francés a la hora de enfrentarse a estas realidades.
El libro consta de una introducción a manos de Ilka y Andreas Ruby en la que se enmarca la necesidad de una revisión de las formas de habitar en comunidad que se establecen en Europa a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Tras esta introducción, se nos desarrollan los preceptos básicos seguidos por estos tres arquitectos en tres extensos capítulos, y luego se procede a mostrar las intervenciones llevadas a cabo en distintas promociones de vivienda colectiva dentro de Francia.
En el primer capítulo ya se nos enuncia una de las ideas fundamentales: “No derribar nunca, no restar ni remplazar nunca, sino añadir, transformar y utilizar siempre.”
Esto es, tratar siempre de partir de la prexistencia independientemente de su calidad o grado de deterioro porque es la única manera de avanzar e innovar socialmente. Además la reconstrucción, recalificación y replanteamiento de los espacios son siempre operaciones menos costosas y con mejor resultado que la tábula rasa con la consiguiente demolición previa. Se trata de mostrar una actitud atenta ante la prexistencia y ser capaz de valorarla en toda su amplitud de parámetros. Asimismo, el usuario se erige como protagonista indiscutible de la intervención, siendo el objetivo primario de los arquitectos facilitarle los usos y simplificar su vida.
Así, ya en este primer punto se nos muestran una serie de claves maestras para alcanzar los nuevos estándares previstos partiendo de una serie de bondades ya existentes en la mayoría de torres periféricas de viviendas sociales que pueden encontrarse en todas las ciudades francesas desde los años 50 hasta la actualidad. Algunas de estas claves son:
- Ampliar las viviendas aumentando la superficie de la sala de estar y significándola respecto al resto de la casa.
- Dotar de transparencia a las fachadas y espacios aterrazados.
- Intervenir sobre los espacios residuales de paso como rellanos, ascensores y escaleras.
- Des-densificar las plantas bajas o cubiertas para dotar al edificio de equipamientos de uso común exclusivo para los vecinos.
- Donde sea posible, introducir viviendas complementarias.
- Dotar al edificio de espacios exteriores bien organizados y con un uso concreto.
Nos hablan en un siguiente punto de la amplitud de posibilidades que ofrecen las viviendas objeto y las zonas donde se ubican. Se preguntan asimismo por la conveniencia del actual modelo preestablecido de vivienda estándar para una familia tipo. Hoy día, ¿Cuál es la familia tipo? Con la entrada en crisis de este concepto entra a su vez en crisis prácticamente el fundamento básico de nuestra sociedad occidental actual. Esta situación actual en la que la vivienda viene como algo dado comienza a desajustarse de la realidad, y ya no funciona para todos el ideal de vivienda burguesa que se nos ha querido vender durante el siglo XX. La adaptación mediante un simple cambio de escala ya no es posible, se hacen necesarios diferentes mecanismos de actuación. La casa hoy no se amolda al dueño, sino que es el dueño el que se amolda a la casa.
Druot, Lacaton y Vassal proponen un nuevo modelo mucho más libre, en el que la casa se presenta como un catálogo de espacios de calidades complementarias y contrastadas.
El segundo capítulo comienza hablándonos de lujo y facilidad. Los arquitectos insisten en la idea de cambiar el concepto de calidad de vida, regido por unos estándares, por el de lujo, mucho más subjetivo y adaptable a cada uno de los habitantes de las viviendas. Se nos presenta el lujo como una generosidad de espacios, luz y confort por encima de lo esperado. Debe buscarse siempre el equilibrio entre generosidad y sencillez. Un ejemplo de esto es, para los autores, el de las Case Study Houses (a una escala totalmente diferente).
Más adelante se critica la poca implicación que tuvo el movimiento moderno con las necesidades reales de vivienda imperantes en su época. Se critica la combinación histórica de arquitectura y urbanismo como fuentes importantes de este fracaso de la vivienda colectiva. La idea misma del plano de ordenación provoca que el arquitecto se desvincule de los interiores y se dedique a disponer a su antojo terrones de azúcar sobre una maqueta para contener a un número determinado de personas. El fuerte encorsetamiento que conlleva el planeamiento urbano lleva al arquitecto a acabar proyectando una arquitectura normativa que cumpla con todos los requerimientos legales, olvidándose por completo de la escala menuda y del elemento más importante de un proyecto, que debe ser el usuario.
J.P. Vassal defiende que en cualquier proyecto, independientemente de su escala, debe tenerse muy en cuenta al usuario, dándosele la misma consideración al cliente que encarga una villa privada que al ciudadano que se dispone a habitar una vivienda colectiva de bajo presupuesto.
Los autores observan horrorizados cómo durante la época de la reconstrucción, el placer de habitar no se contempla como un parámetro importante del proyecto, siendo mucho más importantes aspectos que en opinión de los arquitectos deberían quedar supeditados al confort y calidad de vida del usuario. “La gente es gente, le gusta estar bien y las cosas que se hacen para la gente deben estar bien”.
Desde el punto de vista económico, los números les dan la razón. Existen tres razones fundamentales por las que es preferible optar por la reconstrucción frente a la demolición. En primer lugar, por afán especulador, se ha demostrado que cada vez se construyen viviendas más pequeñas, con lo que estamos destruyendo una superficie x para construir una superficie menor, lo cual redunda en beneficio del promotor y pérdida del usuario. Otro motivo es la indiscutible escasez de viviendas (en Francia) y el gran sector poblacional que trata de ocupar una. En tercer lugar, la voluntad conservadora del arquitecto de transformar un bien ya existente y que ofrece la única manera de ir más allá en la concepción de nuevas maneras de habitar. La construcción de nueva planta es incapaz de ofrecer esa oportunidad tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista cultural.
El presupuesto necesario para transformar un edificio ya existente es entre tres y seis veces más bajo que el necesario para derribar y construir de nuevo. Además, preocuparse por la gente antes que los sistemas es otra buena manera de entender lo económico. En el contexto de una crisis de la vivienda como la agua, la primera intervención adecuada al entorno es el reciclaje y el incremento de intervenciones en los grandes conjuntos de viviendas, lo cual no pasa precisamente por derribarlos. La cuestión del entorno empieza por una mirada desde el interior.
La transformación permite lanzar una mirada libre de ideas preconcebidas, dar importancia a aquello que tiene potencial y vitalidad. Es necesario mostrar que el acto de transformación implica que ciertas estructuras permanezcan, que prolonguen su vida permitiendo nuevas maneras de ser usadas y habitadas.
Defienden que la utopía moderna comienza en este difícil clima actual, precisamente a la idea del reciclaje de los espacios, que permite estrategias de unión, hibridación y transformación.
Estas estrategias generan complejidades impensables de alcanzar partiendo de cero.
Ya no existen los encargos que dan la posibilidad de inventar una ciudad de la nada, como sucedía en los años 60 o 70. A cambio, ahora tenemos la misión de transformar esa ciudad, lo cual constituye un acto eminentemente cultural.
En cuanto al problema de la convivencia y la idea de comunidad se defiende la idea de generar el proyecto de dentro hacia fuera, a partir de un recorrido que comienza en el dormitorio de una vivienda y acaba en los espacios públicos asociados a la misma. Al proponer buenos apartamentos pensados casi a medida, proporcionando servicios y facilidades. La manera de proceder es asociativa y acumulativa, y así paso a paso se construye la ciudad. Este mismo proceso, para dos, 4, 20 o cincuenta personas es el que “crea” ciudad.
Critican que muchas veces cuando se busca favorecer la mezcla social, evitando la creación de guetos, se hace necesaria la creación de casas unifamiliares para insertar a población de nivel adquisitivo más alto, lo cual implica contar con la promoción privada. Así el discurso sobre la mezcla y la tolerancia es realmente un discurso económico disfrazado de discurso social.
El discurso sobre la vivienda unifamiliar es, a fin de cuentas, el mismo que el de la colectiva. Se añaden además los problemas de espacio que generan las viviendas unifamiliares al consumir el territorio.
Ciertamente hoy en día incluso se tiende a la inversión del fenómeno, generándose exclusivas viviendas plurifamiliares en torres de magníficas vistas y aislando colectivos problemáticos en viviendas unifamiliares de escasa calidad.
En cuanto al espacio público, manifiestan el problema que se da en la total desconexión entre el proyectista de los edificios y el proyectista del espacio público que los rodea. La gestión de todo el área así como los edificios debe ser planteada como un todo, por una misma mano. Nos cuentan que lo que define a un espacio libre es su uso, y que en muchas ocasiones son más exitosos espacios abiertos sin ningún impedimento ni uso predefinido en proyecto pero que permiten libertad para que el usuario desarrolle la actividad que considere más oportuna. Estos espacios funcionan muy bien porque permiten que la gente se apropie libremente de ellos y requieren un mantenimiento mínimo. Es, por tanto, el uso el que se encarga de modelar el espacio público y no al revés.
Por último se plantean cómo cambiar las connotaciones negativas que presentan los grandes conjuntos de viviendas de cara a la población.
Observan como esta imagen mental negativa no lo es tanto en los habitantes de estas zonas de la ciudad. La gente no quiere ser desalojada de sus viviendas, se sienten ligadas a ellos, y muchas veces es más un problema de los alcaldes y las personas que verdaderamente no viven ahí.
En conclusión, Druot, Lacaton y Vassal muestran en este libro que una forma diferente de aproximarse a la vivienda colectiva es posible y necesaria en los tiempos que corren. Con la actual crisis económica y social que atraviesa el mundo, los recursos ya existentes deben aprovecharse y reutilizarse de la mejor manera posible. Por tanto, desde este punto de vista es completamente justificable el reciclaje frente a la demolición y creación a partir de cero. Además, este reciclaje no se limita solo a los elementos materiales de las viviendas, sino que va mucho más allá. Se trata del reciclaje de los modos de habitar que hasta ahora se han considerado indiscutibles y fuera de todo debate. Se trata de reformular una serie de convenciones sociales que no están tan claras a día de hoy. De aprovechar mejor los recursos. Han demostrado que por un precio menor, podemos obtener un mayor beneficio.
Además, otro punto importante en su reflexión es el de tener en cuenta al usuario, no proyectar desde lejos, viendo el edificio como objeto, sino como contenedor de personas.
Estas personas tienen sus propios gustos, necesidades, carencias, deseos. No son un simple número que debe de encajarse en unos metros cuadrados determinados de la forma que cumpla la normativa más a rajatabla. No son, en ningún caso, personas de clase B, con menos derecho al confort que los propietarios de la más ostentosa mansión.
Este punto en particular ha suscitado mucho mi interés ya que mi trabajo de investigación y reciclaje del habitar se ha desarrollado en las Viviendas Sociales en San Jerónimo del grupo MGM. Al ir allí y cuestionar a los propietarios acerca de sus viviendas, todos incidía en que lo que más les disgustaba de ellas era su apariencia, la piel que envolvía al edificio y que le confería un aspecto carcelario. Seguramente, los arquitectos en la comodidad de su estudio consideraron este cerramiento como el ideal para la situación planteada. Seguramente estaban seguros de su belleza, de las buenas propiedades climáticas que confería al edificio y de que era un elemento acorde con su discurso. Sin embargo, no tuvieron en cuenta al usuario. No tuvieron en cuenta el perfil del potencial ocupante de esas viviendas, y aquí cometieron el error.
A estos habitantes no les importa la modernidad, el discurso, ni siquiera las propiedades climáticas del edificio, más alla de su confort personal. Ellos quieren vivir bien y vivir en un sitio agradable, y con esos elementos preconcebidos y prediseñados, es de todo menos un lugar placentero en el que estar.
Siguiendo la idea vertebradora del curso, enunciada bajo la máxima “Reciclar el habitar”, se procede a la lectura de este libro ampliamente recomendado por su conexión con el contenido del curso y la problemática actual en torno a las viviendas sociales y de bajo presupuesto. El libro nos ofrece una visión pedagógica del problema y trata de mostrarnos la forma de actuar empleada por este estudio francés a la hora de enfrentarse a estas realidades.
El libro consta de una introducción a manos de Ilka y Andreas Ruby en la que se enmarca la necesidad de una revisión de las formas de habitar en comunidad que se establecen en Europa a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Tras esta introducción, se nos desarrollan los preceptos básicos seguidos por estos tres arquitectos en tres extensos capítulos, y luego se procede a mostrar las intervenciones llevadas a cabo en distintas promociones de vivienda colectiva dentro de Francia.
En el primer capítulo ya se nos enuncia una de las ideas fundamentales: “No derribar nunca, no restar ni remplazar nunca, sino añadir, transformar y utilizar siempre.”
Esto es, tratar siempre de partir de la prexistencia independientemente de su calidad o grado de deterioro porque es la única manera de avanzar e innovar socialmente. Además la reconstrucción, recalificación y replanteamiento de los espacios son siempre operaciones menos costosas y con mejor resultado que la tábula rasa con la consiguiente demolición previa. Se trata de mostrar una actitud atenta ante la prexistencia y ser capaz de valorarla en toda su amplitud de parámetros. Asimismo, el usuario se erige como protagonista indiscutible de la intervención, siendo el objetivo primario de los arquitectos facilitarle los usos y simplificar su vida.
Así, ya en este primer punto se nos muestran una serie de claves maestras para alcanzar los nuevos estándares previstos partiendo de una serie de bondades ya existentes en la mayoría de torres periféricas de viviendas sociales que pueden encontrarse en todas las ciudades francesas desde los años 50 hasta la actualidad. Algunas de estas claves son:
- Ampliar las viviendas aumentando la superficie de la sala de estar y significándola respecto al resto de la casa.
- Dotar de transparencia a las fachadas y espacios aterrazados.
- Intervenir sobre los espacios residuales de paso como rellanos, ascensores y escaleras.
- Des-densificar las plantas bajas o cubiertas para dotar al edificio de equipamientos de uso común exclusivo para los vecinos.
- Donde sea posible, introducir viviendas complementarias.
- Dotar al edificio de espacios exteriores bien organizados y con un uso concreto.
Nos hablan en un siguiente punto de la amplitud de posibilidades que ofrecen las viviendas objeto y las zonas donde se ubican. Se preguntan asimismo por la conveniencia del actual modelo preestablecido de vivienda estándar para una familia tipo. Hoy día, ¿Cuál es la familia tipo? Con la entrada en crisis de este concepto entra a su vez en crisis prácticamente el fundamento básico de nuestra sociedad occidental actual. Esta situación actual en la que la vivienda viene como algo dado comienza a desajustarse de la realidad, y ya no funciona para todos el ideal de vivienda burguesa que se nos ha querido vender durante el siglo XX. La adaptación mediante un simple cambio de escala ya no es posible, se hacen necesarios diferentes mecanismos de actuación. La casa hoy no se amolda al dueño, sino que es el dueño el que se amolda a la casa.
Druot, Lacaton y Vassal proponen un nuevo modelo mucho más libre, en el que la casa se presenta como un catálogo de espacios de calidades complementarias y contrastadas.
El segundo capítulo comienza hablándonos de lujo y facilidad. Los arquitectos insisten en la idea de cambiar el concepto de calidad de vida, regido por unos estándares, por el de lujo, mucho más subjetivo y adaptable a cada uno de los habitantes de las viviendas. Se nos presenta el lujo como una generosidad de espacios, luz y confort por encima de lo esperado. Debe buscarse siempre el equilibrio entre generosidad y sencillez. Un ejemplo de esto es, para los autores, el de las Case Study Houses (a una escala totalmente diferente).
Más adelante se critica la poca implicación que tuvo el movimiento moderno con las necesidades reales de vivienda imperantes en su época. Se critica la combinación histórica de arquitectura y urbanismo como fuentes importantes de este fracaso de la vivienda colectiva. La idea misma del plano de ordenación provoca que el arquitecto se desvincule de los interiores y se dedique a disponer a su antojo terrones de azúcar sobre una maqueta para contener a un número determinado de personas. El fuerte encorsetamiento que conlleva el planeamiento urbano lleva al arquitecto a acabar proyectando una arquitectura normativa que cumpla con todos los requerimientos legales, olvidándose por completo de la escala menuda y del elemento más importante de un proyecto, que debe ser el usuario.
J.P. Vassal defiende que en cualquier proyecto, independientemente de su escala, debe tenerse muy en cuenta al usuario, dándosele la misma consideración al cliente que encarga una villa privada que al ciudadano que se dispone a habitar una vivienda colectiva de bajo presupuesto.
Los autores observan horrorizados cómo durante la época de la reconstrucción, el placer de habitar no se contempla como un parámetro importante del proyecto, siendo mucho más importantes aspectos que en opinión de los arquitectos deberían quedar supeditados al confort y calidad de vida del usuario. “La gente es gente, le gusta estar bien y las cosas que se hacen para la gente deben estar bien”.
Desde el punto de vista económico, los números les dan la razón. Existen tres razones fundamentales por las que es preferible optar por la reconstrucción frente a la demolición. En primer lugar, por afán especulador, se ha demostrado que cada vez se construyen viviendas más pequeñas, con lo que estamos destruyendo una superficie x para construir una superficie menor, lo cual redunda en beneficio del promotor y pérdida del usuario. Otro motivo es la indiscutible escasez de viviendas (en Francia) y el gran sector poblacional que trata de ocupar una. En tercer lugar, la voluntad conservadora del arquitecto de transformar un bien ya existente y que ofrece la única manera de ir más allá en la concepción de nuevas maneras de habitar. La construcción de nueva planta es incapaz de ofrecer esa oportunidad tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista cultural.
El presupuesto necesario para transformar un edificio ya existente es entre tres y seis veces más bajo que el necesario para derribar y construir de nuevo. Además, preocuparse por la gente antes que los sistemas es otra buena manera de entender lo económico. En el contexto de una crisis de la vivienda como la agua, la primera intervención adecuada al entorno es el reciclaje y el incremento de intervenciones en los grandes conjuntos de viviendas, lo cual no pasa precisamente por derribarlos. La cuestión del entorno empieza por una mirada desde el interior.
La transformación permite lanzar una mirada libre de ideas preconcebidas, dar importancia a aquello que tiene potencial y vitalidad. Es necesario mostrar que el acto de transformación implica que ciertas estructuras permanezcan, que prolonguen su vida permitiendo nuevas maneras de ser usadas y habitadas.
Defienden que la utopía moderna comienza en este difícil clima actual, precisamente a la idea del reciclaje de los espacios, que permite estrategias de unión, hibridación y transformación.
Estas estrategias generan complejidades impensables de alcanzar partiendo de cero.
Ya no existen los encargos que dan la posibilidad de inventar una ciudad de la nada, como sucedía en los años 60 o 70. A cambio, ahora tenemos la misión de transformar esa ciudad, lo cual constituye un acto eminentemente cultural.
En cuanto al problema de la convivencia y la idea de comunidad se defiende la idea de generar el proyecto de dentro hacia fuera, a partir de un recorrido que comienza en el dormitorio de una vivienda y acaba en los espacios públicos asociados a la misma. Al proponer buenos apartamentos pensados casi a medida, proporcionando servicios y facilidades. La manera de proceder es asociativa y acumulativa, y así paso a paso se construye la ciudad. Este mismo proceso, para dos, 4, 20 o cincuenta personas es el que “crea” ciudad.
Critican que muchas veces cuando se busca favorecer la mezcla social, evitando la creación de guetos, se hace necesaria la creación de casas unifamiliares para insertar a población de nivel adquisitivo más alto, lo cual implica contar con la promoción privada. Así el discurso sobre la mezcla y la tolerancia es realmente un discurso económico disfrazado de discurso social.
El discurso sobre la vivienda unifamiliar es, a fin de cuentas, el mismo que el de la colectiva. Se añaden además los problemas de espacio que generan las viviendas unifamiliares al consumir el territorio.
Ciertamente hoy en día incluso se tiende a la inversión del fenómeno, generándose exclusivas viviendas plurifamiliares en torres de magníficas vistas y aislando colectivos problemáticos en viviendas unifamiliares de escasa calidad.
En cuanto al espacio público, manifiestan el problema que se da en la total desconexión entre el proyectista de los edificios y el proyectista del espacio público que los rodea. La gestión de todo el área así como los edificios debe ser planteada como un todo, por una misma mano. Nos cuentan que lo que define a un espacio libre es su uso, y que en muchas ocasiones son más exitosos espacios abiertos sin ningún impedimento ni uso predefinido en proyecto pero que permiten libertad para que el usuario desarrolle la actividad que considere más oportuna. Estos espacios funcionan muy bien porque permiten que la gente se apropie libremente de ellos y requieren un mantenimiento mínimo. Es, por tanto, el uso el que se encarga de modelar el espacio público y no al revés.
Por último se plantean cómo cambiar las connotaciones negativas que presentan los grandes conjuntos de viviendas de cara a la población.
Observan como esta imagen mental negativa no lo es tanto en los habitantes de estas zonas de la ciudad. La gente no quiere ser desalojada de sus viviendas, se sienten ligadas a ellos, y muchas veces es más un problema de los alcaldes y las personas que verdaderamente no viven ahí.
En conclusión, Druot, Lacaton y Vassal muestran en este libro que una forma diferente de aproximarse a la vivienda colectiva es posible y necesaria en los tiempos que corren. Con la actual crisis económica y social que atraviesa el mundo, los recursos ya existentes deben aprovecharse y reutilizarse de la mejor manera posible. Por tanto, desde este punto de vista es completamente justificable el reciclaje frente a la demolición y creación a partir de cero. Además, este reciclaje no se limita solo a los elementos materiales de las viviendas, sino que va mucho más allá. Se trata del reciclaje de los modos de habitar que hasta ahora se han considerado indiscutibles y fuera de todo debate. Se trata de reformular una serie de convenciones sociales que no están tan claras a día de hoy. De aprovechar mejor los recursos. Han demostrado que por un precio menor, podemos obtener un mayor beneficio.
Además, otro punto importante en su reflexión es el de tener en cuenta al usuario, no proyectar desde lejos, viendo el edificio como objeto, sino como contenedor de personas.
Estas personas tienen sus propios gustos, necesidades, carencias, deseos. No son un simple número que debe de encajarse en unos metros cuadrados determinados de la forma que cumpla la normativa más a rajatabla. No son, en ningún caso, personas de clase B, con menos derecho al confort que los propietarios de la más ostentosa mansión.
Este punto en particular ha suscitado mucho mi interés ya que mi trabajo de investigación y reciclaje del habitar se ha desarrollado en las Viviendas Sociales en San Jerónimo del grupo MGM. Al ir allí y cuestionar a los propietarios acerca de sus viviendas, todos incidía en que lo que más les disgustaba de ellas era su apariencia, la piel que envolvía al edificio y que le confería un aspecto carcelario. Seguramente, los arquitectos en la comodidad de su estudio consideraron este cerramiento como el ideal para la situación planteada. Seguramente estaban seguros de su belleza, de las buenas propiedades climáticas que confería al edificio y de que era un elemento acorde con su discurso. Sin embargo, no tuvieron en cuenta al usuario. No tuvieron en cuenta el perfil del potencial ocupante de esas viviendas, y aquí cometieron el error.
A estos habitantes no les importa la modernidad, el discurso, ni siquiera las propiedades climáticas del edificio, más alla de su confort personal. Ellos quieren vivir bien y vivir en un sitio agradable, y con esos elementos preconcebidos y prediseñados, es de todo menos un lugar placentero en el que estar.
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