20121129

Reflexión sobre el habitar/Alejandro Dominguez Navarro

Reflexión sobre el habitar

Habitar es un concepto muy amplio y que puede ser entendido de muchas maneras distintas, y algunas veces contradictorias. Se trata de un término muy ambiguo y amplio que crea mucho debate cuando se intenta definir. Deriva del latín habitare que significa “ocupar un lugar”, “vivir en él”, de ahí que se defina habitar como “Vivir, ocupar habitualmente un lugar o casa”. Pero si nos tomamos al pie de la letra esta definición, podemos decir que por el simple hecho de nacer ya estamos habitando, tomando la Tierra como lugar en el que vamos a vivir y ocupar habitualmente.

En esta reflexión nos encontramos con un nuevo término, igual o, si cabe, más ambiguo: el lugar. Proviene también del latín, más concretamente del término localis, de locus, cuyo significado es “espacio ocupado, localidad, cargo, posición”, y esta definición introduce un nuevo concepto a tener en cuenta, el espacio. La palabra espacio proviene del latín spatium, que es “la distancia entre dos puntos, o él área o él volumen entre límites determinados”. Por así decirlo, el espacio es aquel sitio en el que cabe la materia. Por ello, es importante tener claro que un espacio no es un lugar; sin embargo, un lugar es necesariamente un espacio, pero con una serie de condiciones añadidas.

            Como todos sabemos, el espacio tiene para nosotros los arquitectos una tarea fundamental, que es la de jugar ese papel protagonista en la obra arquitectónica.       Pero cuando hablamos de lugar la cosa cambia. Lugar  es un concepto muy ligado al de espacio, como ya hemos comentado, pero que además encierra más condiciones que las del espacio en sí. Su etimología ya nos da una pista importante acerca de esa condición a la que nos referimos.

            Nos topamos ahora con el concepto ocupar. Es este concepto el que básicamente diferencia un lugar de un espacio. Un lugar implica una ocupación, implica que haya alguien habitando ese espacio. Es, pues, el término habitar  el que acrecienta la idea de un nuevo elemento en el espacio: el hombre. El espacio gana el valor, el significado y la condición de lugar con la simple presencia del hombre.

            Como en el pensamiento humanista, es el hombre el que al final dota de valor a las cosas, y es por ello por lo que el lugar tiene esa condición de lugar en sí mismo, porque es el sitio en el que se halla el ser humano. Para que un lugar lo sea verdaderamente, ha de estar habitado por el hombre.

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